Teníamos previsto ir a Sukhothai y por la tarde ir de vuelta a BKK pero nos surgió un imprevisto lo cual nos llevó a tomar la decisión de tener que regresar directamente a Bangkok en autobús, con mucha pena por no poder hacer la excursión prevista.
Al llegar a Khao San Road, nos costó bastante encontrar una habitación, ya que al ser temporada alta, estaban completos los hoteles que nos habían recomendado. Al final después de una hora viendo habitaciones conseguimos encontrar una apropiada.
Como se nos hizo tarde decidimos entonces descansar, darnos un baño en la piscina del hotel y un masajito después de picar algo de los puestos de la calle.
Ya entonces estamos enamorados del ambiente de esta calle, y ver como se transforma según va pasando las horas. Pasa de ser una tranquila calle con tráfico, a una calle peatonal, llena de puestos de comida, de ropa, de masajes, de restaurantes. Se respira un aire mochilero, internacional, viajero, el cual te cautiva…
Cogemos fuerzas para continuar nuestro viaje con un masaje. El masaje tradicional tailandés cuesta 150 B y el masaje de pies, espalda y cabeza unos 200 B, ambos de 1 hora de duración.
Para el masaje de pies, te sientan en un sillón, con los pies en un taburete, y lo primero que hacen es lavártelos. Después, utilizan diferentes técnicas de masaje (incluyendo reflexoterapia podal, con un palito) para llegar a todos los puntos desde los dedos de los pies hasta la rodilla. Además al final te dan unos 10 minutos de masaje en las cervicales.
En el de cuerpo entero te tumbas en una colchoneta en el suelo y te tienes que poner una bata o una especie de pijama cómodo, que permite los movimientos, ya que este tipo de masaje consiste en estiramiento y de profundidad. Para empezar mejor decirles que os lo hagan suave, ya que si no os pueden hacer daño.
Acabamos como nuevos, y con las pilas cargadas para continuar el viaje y esperemos que sin más imprevistos.
¡Nos vemos en la siguiente parada!